Se calcula que la kombucha tiene 2.000 años de historia y que nació en el continente asiático. Sus propiedades saludables han hecho pervivir este té fermentado a lo largo de los siglos. Así, ha superado problemas tan importantes como guerras, aislamientos y la falta de suministros de sus principales ingredientes.
Durante estos dos milenios, la kombucha ha tenido muchos nombres ya que se ha consumido y se ha elaborado en muchísimos países. Aunque desde el año 2000 vive un importante apogeo en el mundo occidental, sobre todo en Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, este té ha sido parte de la cultura gastronómica y también medicinal de muchos lugares.
Y tú, ¿cómo la llamas?
Comboucha, combucha, chamboucho, fungojapon, fungus, funko, gout, hanpao, hendenpilz, indischer, kargasok, kvass, kwass, kongo, ling-zhi, k’un-pu-ch’a, kombucha, kombutxa, manchurian elixir, mon-gn, olinka, russsithe, theebier, tschambucco, yaponge, zaubertrank… Y así hasta casi 100 nombres distintos se le otorgan a esta bebida fermentada en distintos puntos del mundo, según el enfoque y las leyendas que rodean a esta bebida casi mágica, que también tiene el sobrenombre de elixir de la vida y té de la inmortalidad.
Gracias a la persuasión o quizás al buen olfato de muchos que han podido experimentar los beneficios de su consumo, este té ha pervivido a lo largo de la historia. Puede que a muchos de los que nos estéis leyendo os suene remotamente el intercambio de madres (ahora conocidas mundialmente con el acrónimo de Cultura Simbiótica de Bacterias y Levaduras, SCOBY) que se hacía en nuestro país. Sobre la década de los 50 y los 60 no era raro ver en muchos hogares de España un cultivo de kombucha. En un recipiente cubierto con una gasa, se guardaba en un lugar oscuro de la casa y se alimentaba con té azucarado. Cuando el hongo se multiplicaba, se regalaba un trozo a otra familia para que pudiera beneficiarse de su consumo elaborando kombucha.
Esta costumbre, lamentablemente, cayó casi en el olvido. Y, aunque poco a poco se ha ido recuperando la producción casera de kombucha, la aparición de empresas que la elaboran con las más estrictas normas de seguridad e higiene, ha hecho decantar a los consumidores a comprarla ya elaborada.
¿Sabes escoger la mejor kombucha?
Cuando quieras iniciarte en el mundo de la kombucha y apuestes por ir a comprar una botella a la tienda, no te ofusques. Vamos a hacerte unas cuantas recomendaciones. La más importante es que analices detenidamente la etiqueta.
Busca una kombucha que este elaborada siguiendo el método tradicional, que no haya sido pasteurizada -para evitar que pierda propiedades probióticas-, que contenga únicamente ingredientes naturales y que, éstos, además sean ecológicos.
También es muy importante que te fijes en el envase. Descártalo si es plástico. Siempre en vidrio que, además de ser inerte, no traspasará partículas peligrosas al contenido. Y un plus que tiene que hacer decantar tu balanza: la cantidad de azúcar que contenga. Menos es más. Menos azúcar equivale a una fermentación más larga, a más cualidades organolépticas y saludables. En el mercado pocas marcas reúnen todas y cada una de estas características.
Mun Kombucha, de Mūn Ferments, destaca por su cuidada y estudiada elaboración, con un proceso exclusivo que consigue un producto prácticamente exento de azúcar. La encontrarás en establecimientos físicos de toda España y en su tienda online, en sus 10 exclusivas variedades.