La kombucha está hecha a partir de té que se hace fermentar y, aunque en el producto final, queda muy poca cafeína (unos 5 miligramos frente a los 100 que lleva una taza de café), hay que tenerlo en cuenta cuando queremos dar-le a un niño. Así mismo, también hay que considerar el hecho que, como fermentado, contiene una mínima cantidad de alcohol, menos de un 1,2%. En un mundo lleno de refrescos, cargados de azúcar e ingredientes artificiales, un vaso de kombucha es una opción saludable. También se puede mezclar con agua fresca o con algún jugo de fruta o verdura para ofrecerlo a los más pequeños.