Muchos factores, incluyendo la temperatura ambiental, las concentraciones de azúcar en la fruta y la verdura que añadimos, la época del año o la fase lunar en que se elabora y la diversidad del cultivo, hacen que cada lote de kombucha que elaboramos sea singular. Pueden variar, pues, el gusto y la dulzura o la carbonatación. Es difícil controlar la naturaleza, ¡ya lo sabes!